Ya hay solución para Banco Popular. Tras meses de agonía
bursátil y desconfianza en torno a una entidad incapaz de presentar un
plan creíble para afrontar su enorme losa de ladrillo, el banco ha sido
adjudicado a Banco Santander por un euro simbólico.
La
salida fijada para el grupo que Emilio Saracho pilota desde febrero,
cuando relevó a Ángel Ron, resulta novedosa respecto a las actuaciones
impulsadas ante otras entidades financieras en apuros.
Esta vez, el contribuyente no pondrá un solo euro, asegura
el Gobierno. Pagarán la factura accionistas e inversores de Popular.
Santander cierra la transacción sin coste pero ampliará capital para
sanear la entidad con 7.000 millones. Salvando estas diferencias de
peso, en todo caso, Popular no es la primera entidad que se vende por un
euro.
Los primeros rescates de la crisis
La caja fue asistida por el Fondo de Garantía de Depósitos
(FGD) y adjudicada posteriormente a Cajastur (actual Liberbank), tras
fracasar la negociación para fusionarla con Unicaja. La operación se
engrasó con una inyección de capital y un esquema de protección de
activos (EPA), que luego acompañaría otros salvamentos similares, en los
que al comprador se le garantiza una cobertura sobre las pérdidas
futuras que puedan causar las carteras problemáticas. Santander no
recibirá uno similar por Popular.
Aquel episodio llevó a crear el Fondo de Reestructuración
Ordenada Bancaria (FROB), encargado de pilotar las futuras
intervenciones, que no tardaron en multiplicarse.
En paralelo, proliferó entonces en el sector financiero, con
especial ahínco entre las cajas de ahorro, la emisión de
participaciones preferentes y deuda subordinada a fin de reforzar el
capital de las entidades, aunque con desmanes en su comercialización
entre particulares que en buena medida acabaron con el tiempo en los
juzgados.
En los meses siguientes se nacionalizaron también
Novagalicia, Catalunya Banc y Unnim, para las que la solución ha sido la
venta a terceros en procesos competitivos. En concreto, la primera fue
rescatada por más de 9.000 millones de euros y posteriormente acabó
adjudicada al grupo venezolano Banesco, por 1.003 millones, que la
rebautizó como Abanca.
Las otras dos fueron adquiridas, en distintos procesos, por
BBVA, que pagó un euro simbólico por Unnim y unos 1.200 millones por la
fusión de las cajas catalanas, que había requerido a su vez 12.000
millones de rescate público en lo que de momento se considera el rescate
más oneroso de la banca española.
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