El modelo de competencia perfecta se corresponde con un mercado ideal, cuyas características son tan estrictas que prácticamente no existe en la realidad. Se trata, por tanto, de un modelo teórico que se utiliza como referencia para el estudio de los mercados reales, debido a que su perfección lleva al mejor resultado social posible en el sistema económico capitalista.
Las condiciones que debe cumplir un mercado para que pueda considerarse perfectamente competitivo son:
- Muchas pequeñas empresas operando en el mercado, sin capacidad para fijar el precio del bien, debido a lo insignificante de la producción de cada empresa respecto al total de la industria. El mercado, mediante la interacción de la oferta y la demanda, fija el precio: las empresas lo aceptan y sólo pueden decidir la cantidad que van a producir.
- El bien que se intercambia es homogéneo, es decir, todas las empresas ofrecen un producto idéntico.
- Existe información perfecta, que significa que todos los agentes que participan en el mercado, consumidores y empresas, conocen los precios vigentes de bienes y factores, así como las funciones de costes o tecnología utilizada en la producción.
- No existen barreras de entrada ni de salida del mercado: cualquier empresa puede entrar en el sector o salir de él sin costes significativos (elevada inversión, dominio de una tecnología única, grandes economías de escala, etc.).
En esta estructura de mercado ninguna empresa tiene poder, entendido éste como capacidad para fijar el precio del bien o servicio. En este sentido, se dice que las empresas son precio-aceptantes, y la única decisión en sus manos es la relativa a la cantidad de producción que, dado el precio, les permite obtener el máximo beneficio.
La ausencia de poder de mercado implica que las empresas venden a un precio igual a su coste marginal, y a largo plazo no obtienen beneficios extraordinarios, sino un beneficio normal, equivalente a un salario medio del sector.
A corto plazo las empresas competitivas pueden obtener un beneficio por encima del normal, pero la libertad de entrada permite que nuevas empresas entren en el mercado atraídas por ese beneficio, incrementando la oferta y presionando el precio a la baja hasta que se anula el beneficio extra a largo plazo. El proceso contrario se produce en caso de pérdidas a corto plazo, con salida de empresas y subida del precio hasta que se restaura el beneficio ordinario.
La homogeneidad del bien que se intercambia en este modelo de mercado, junto con la información perfecta que poseen los consumidores, hace que la publicidad no tenga sentido, favoreciendo la reducción de los costes de producción.
El cumplimiento de los requisitos de esta estructura de mercado no tiene lugar en la realidad económica, convirtiendo al modelo perfectamente competitivo en una estructura teórica que, como hemos dicho, alcanza la eficiencia social, en el sentido de que procura las mayores ganancias conjuntas para los participantes en el mercado, empresas y consumidores:
- La intensa competencia entre las empresas favorece la eficiencia económica en la producción, ya que aquellas que no la logren obtendrán pérdidas y serán expulsadas del mercado. La situación de equilibrio a largo plazo coloca a cada empresa en el punto mínimo de su curva de coste medio, garantizando el menor coste y la mayor cantidad de producción posible.
- Los consumidores compran al menor precio posible y, a través de la demanda del mercado, señalan a las empresas lo que deben producir. En este sentido, se habla de la soberanía del consumidor en el mercado perfecto.
No obstante, el concepto de eficiencia social no está relacionado con el de justicia o equidad social. Desde el punto de vista de la teoría económica, una situación eficiente o de máximo bienestar social, puede darse aún cuando los recursos estén desigualmente repartidos, y unos pocos posean mucho y otros muchos no tengan nada o muy poco. Hay que recordar, a este respecto, que el sistema económico se basa en la propiedad privada de los factores de producción, y el resultado final depende de cómo se distribuya esa propiedad.
A pesar de que, en sentido estricto, no existen mercados de este tipo, hay algunos, como los de productos agrícolas o ganaderos, que se aproximan a esta estructura de mercado: cereales, frutas, hortalizas, leche, etc. También ciertos mercados a nivel local, como es el caso de las panaderías o los bares de un barrio o una pequeña localidad. Sin embargo, también en estos casos la tendencia es a hacia la diferenciación del producto, es decir, el alejamiento de la competencia.
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