Continuando con el estudio de la realidad empresarial, conviene delimitar cuáles son los elementos de la empresa, es decir, qué hay dentro de ella. A primera vista la pregunta es muy sencilla: en una empresa hay máquinas, mobiliario, ordenadores, se trabaja dentro de unas oficinas o en una fábrica… Todo eso es lo que se denomina capital físico.
Pero también hay personas que trabajan en ella: los dueños y empresarios, los empleados, que llamamos capital humano. Si nos paramos a pensar, también son parte de la empresa aspectos como las marcas que utiliza, la experiencia y los conocimientos de los trabajadores o los clientes que le son fieles después de muchos años. Éstos son elementos intangibles. Por último, hay un elemento sin el cual sería impensable la actividad de la empresa: el dinero en sus distintas formas, lo que denominamos capital financiero. Por ello, podemos dividir los elementos de la empresa en cuatro grandes grupos:
– Capital físico. Está formado por los elementos más evidentes que se encuentran en una empresa, y se pueden observar a simple vista: terrenos, inmuebles, naves industriales, maquinaria, equipos informáticos, herramientas, mobiliario, etc. Todos ellos son imprescindibles para realizar su actividad, bien sea la fabricación de bienes o la prestación de servicios. Por ejemplo, un supermercado necesita estanterías, cajas registradoras y un local donde colocar los productos, aparte de muchas otras cosas como ordenadores para llevar la contabilidad, material de oficina, etc.
– Capital humano. Por muy importantes que sean los bienes que utiliza una empresa para producir, de nada sirven por sí solos. Es necesaria la presencia de personas que lleven a cabo la actividad productiva utilizando los medios que tienen a su disposición. Dentro del capital humano podemos distinguir a:
- Los dueños o propietarios de la empresa.
- Los directivos.
- Los trabajadores.
– Elementos intangibles. Se trata de factores que son difíciles de observar pero que resultan cruciales para el éxito de la empresa. Se pueden dividir en dos categorías:
- Capital intelectual. Es la formación previa de las personas que trabajan en la empresa, su experiencia acumulada y, en definitiva, todo aquello que atesoran en su cabeza y que les hace conseguir unos resultados que serían imposibles de alcanzar sin dichos conocimientos. En inglés se suele denominar a esto Know how, literalmente “saber hacer”.
La imagen es la forma como se percibe a la empresa desde su exterior y depende del nombre, la marca, el logotipo, su reputación y la de sus miembros, la comunicación de su actividad y sus valores. Prácticamente todas las empresas trabajan para mejorar su imagen porque así aumenta el valor de la empresa y la riqueza de sus dueños. Por ejemplo, se dice que la marca Coca-cola tiene más valor que todas las instalaciones que tiene dicha empresa repartidas por el mundo.
La cultura de la empresa son sus valores, creencias y las formas con las que actúa. Depende de la personalidad de sus propietarios y gerentes, de su historia y evolución en el tiempo, del sector en el que se encuentra, de su posición en el mercado y de la capacidad de innovación.
– Capital financiero. La empresa necesita el dinero desde su nacimiento para comprar el capital físico que utilizará, y posteriormente recibirá ingresos de las ventas, deberá pagar a los trabajadores, a los proveedores de materias primas, etc. Este capital financiero no tiene por qué ser dinero en efectivo; es más, cada vez se usa menos esta modalidad, y se utilizan medios de pago como las transferencias bancarias, cheques, pagarés, letras de cambio, tarjetas de crédito, etc. Además de a los recursos propios, las empresas también suelen acudir a la financiación ajena (dinero que le prestan las entidades financieras).
La cultura de la empresa son sus valores, creencias y las formas con las que actúa. Depende de la personalidad de sus propietarios y gerentes, de su historia y evolución en el tiempo, del sector en el que se encuentra, de su posición en el mercado y de la capacidad de innovación.
– Capital financiero. La empresa necesita el dinero desde su nacimiento para comprar el capital físico que utilizará, y posteriormente recibirá ingresos de las ventas, deberá pagar a los trabajadores, a los proveedores de materias primas, etc. Este capital financiero no tiene por qué ser dinero en efectivo; es más, cada vez se usa menos esta modalidad, y se utilizan medios de pago como las transferencias bancarias, cheques, pagarés, letras de cambio, tarjetas de crédito, etc. Además de a los recursos propios, las empresas también suelen acudir a la financiación ajena (dinero que le prestan las entidades financieras).
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