sábado, 4 de marzo de 2017

TEMA 4 EMPRESA,

Generalmente se dice que la empresa es la unidad básica de producción de bienes y servicios. Aunque normalmente asociamos la idea de producción al acto de fabricación de un bien o un servicio ten en cuenta, que desde el punto de vista teórico, incluye no solo la transformación de factores productivos en un producto sino también el previo aprovisionamiento de esos factores.


Desde una perspectiva de Economía definimos a la empresa, como un conjunto de factores productivos (humanos, técnicos y financieros) organizados y coordinados por la dirección, dedicados a la producción de bienes y servicios para su posterior venta en el mercado con el objetivo principal de obtener un beneficio.




Los Ingresos provienen de la venta en el mercado de los bienes y servicios producidos a un precio determinado. Y los Costes proceden de los factores productivos utilizados en el proceso: materias primas y materiales, salarios de los trabajadores, suministros de electricidad, transportes, uso de la maquinaria, etc. que la empresa debe comprar por un precio.

La Tecnología es la forma de combinar los factores en el proceso productivo.

En cada momento histórico existe una diversidad de tecnologías disponibles, y la empresa, guiada por su objetivo de alcanzar el máximo beneficio, elegirá aquella que le permita producir con menores costes, de la forma más eficiente. Esta búsqueda de la reducción de costes explica la creciente utilización en la industria de tecnologías intensivas en capital en aquellos países donde la mano de obra es más cara.



En el siguiente vídeo se muestra cómo se fabrica uno de los cientos de bienes que consumimos habitualmente, el chocolate. Fíjate en los factores necesarios para su fabricación:





Pero no todas las empresas realizan una transformación física de factores en productos, las hay también que se ocupan del sector primario (agricultura, ganadería, pesca, etc.) o del terciario (transporte, comercio, hostelería, etc.). Las empresas de los tres sectores económicos, como vimos en el segundo tema, se complementan y se necesitan para conseguir un desarrollo económico equilibrado.

Los factores productivos y la creación de valor


El objetivo de las empresas es obtener el máximo beneficio, para lo cuál deben crear utilidad para el consumidor, que se traduce en valor para la empresa. La utilidad que recibe el consumidor y por la que pagará un precio, puede ser de distintos tipos



de forma, cuando adquiere un producto elaborado industrialmente: resulta más útil un abrigo ya confeccionado que la tela con la que se elabora.

de lugar, cuando lo compra en un comercio relativamente cercano a su residencia y, por tanto, no tiene que desplazarse a la fábrica en la que se confeccionó. 

de tiempo, cuando lo tiene disponible en el momento en que lo necesita. 



Es decir, cuando los consumidores pagamos un precio, no sólo valoramos el bien en sí, sino también la comodidad de comprarlo cerca de casa, sin tener que trasladarnos a la fábrica o al campo, o poder hacerlo en el momento que más nos conviene. 


La respuesta de las empresas a estos deseos de los consumidores es ofrecer esas distintas utilidades mediante la producción y la distribución de bienes y servicios, aportando valor a lo largo de todo el proceso desde la obtención de la materia prima hasta que el bien llega al consumidor. A este proceso se le denomina cadena de valor, debido a que está compuesto por una serie de fases o eslabones que van aumentando la utilidad y, por tanto, el valor del producto. 

Esta cadena de valor la puede realizar una sola empresa o, más habitual, varias empresas, cada una de las cuales se hace cargo de uno o unos pocos eslabones hasta el último de ellos, en el que el bien llega al consumidor. 

La infografía de la cadena de valor de los alimentos (pincha) ilustra el proceso, que en el caso de un producto simple como la leche consta de los siguientes eslabones o fases:

 Cadena de valor  Valor creado (€/litro)
  1. Extracción de la leche por el ganadero 
 0,40
  2. Transporte a la industria     0,06
  3. Tratamiento y envasado 0,20
  4. Transporte al distribuidor 0,10
  5. Comercialización en el punto de venta 0,09
 TOTAL        0,85


     


El valor total creado por cada litro de leche es 0,85 €, la suma de los valores generados por las distintas empresas que participan en la cadena. El consumidor pagará este precio (valor) si le compensa la utilidad que recibe a cambio.

La especialización y la interdependencia económica

Hemos visto que los distintos eslabones de la cadena de valor de un producto suelen ejecutarlos empresas diferentes, cada una de ellas especializada en una fase concreta: extracción de la materia prima, transporte, transformación, comercio, etc.






La especialización también permitió la división del trabajo, o dedicación de cada persona a una tarea concreta dentro del proceso productivo de un bien. Por ejemplo, en la herrería unas personas funden el metal, otras le dan la forma, y otras personas hacen el acabado final. 

La división del trabajo tuvo un impacto enorme en el incremento de la producción total que podía obtener cada trabajador, debido tres razones: 
  • ahorro de tiempo por no tener que cambiar de tarea 
  • mayor habilidad que se consigue al dedicarse a una sola actividad
  • posibilidad de desarrollar herramientas y maquinaria específicas para cada fase productiva 



En el siglo XVIII Adam Smith se dedicó a observar a los obreros de una fábrica de alfileres en Kirkaldy, su aldea natal, y de ahí obtuvo la idea que le permitió afirmar que la división del trabajo incrementaba la productividad. En "La riqueza de las naciones", obra publicada por primera vez en 1776, señala lo siguiente:
¡Si queremos ser más ricos, debemos ser más productivos!
La división del trabajo es clave en el aumento de la productividad.
“Tomemos como ejemplo una manufactura de poca importancia, pero a cuya división del trabajo se ha hecho muchas veces referencia: la de fabricar alfileres. Un obrero que no haya sido adiestrado en esa clase de tarea (convertida por virtud de la división del trabajo en un oficio nuevo) y que no esté acostumbrado a manejar la maquinaria que en él se utiliza (cuya invención ha derivado, probable­mente, de la división del trabajo), por más que trabaje, apenas podría hacer un alfiler al día, y desde luego no podría confeccionar más de veinte.
Pero dada la manera como se practica hoy día la fabricación de alfileres, no sólo la fabricación misma constituye un oficio aparte, sino que está dividida en varios ramos, la mayor parte de los cuales también constituyen otros tantos oficios distintos. Un obrero estira el alambre, otro lo endereza, un tercero lo va cortando en tro­zos iguales, un cuarto hace la punta, un quinto obrero está ocupado en limar el extremo donde se va a colocar la cabeza: a su vez la con­fección de la cabeza requiere dos o tres operaciones distintas: fijarla es un trabajo especial, esmaltar los alfileres, otro, y todavía es un oficio distinto colocarlos en el papel.
En fin, el importante trabajo de hacer un alfiler queda dividido de esta manera en unas dieci­ocho operaciones distintas, las cuales son desempeñadas en algunas fábricas por otros tantos obreros diferentes, aunque en otras un solo hombre desempeñe a veces dos o tres operaciones. He visto. una pe­queña fábrica de esta especie que no empleaba más que diez obre­ros, donde, por consiguiente, algunos de ellos tenían a su cargo dos o tres operaciones. Pero a pesar de que eran pobres y, -por lo tanto, no estaban bien provistos de la maquinaria debida, podían, cuan­do se esforzaban, hacer entre todos, diariamente, unas doce libras de alfileres. En cada libra había más de cuatro mil alfileres de tamaño mediano. Por consiguiente, estas diez personas podían hacer cada día, en conjunto, más de cuarenta y ocho mil alfileres, cuya cantidad, dividida entre diez, correspondería a cuatro mil ochocientas por per­sona.


En cambio si cada uno hubiera trabajado separada e inde­pendientemente, y ninguno hubiera sido adiestrado en esa clase de tarea, es seguro que no hubiera podido hacer veinte, o, tal vez, ni un solo alfiler al día; es decir, seguramente no hubiera podido hacer la doscientas cuarentava parte, tal vez ni la cuatro-mil-ochocientos-ava par­te de lo que son capaces de confeccionar en la actualidad gracias a la división y combinación de las diferentes operaciones en forma conveniente.
La especialización y la división del trabajo se han incrementado a lo largo de la historia y efectivamente han conseguido el aumento espectacular de la eficiencia económica, aunque en ocasiones, cuando se ha llevado al extremo, ha provocado también problemas de tipo psicológico en los trabajadores, obligados a realizar operaciones rutinarias durante toda la jornada laboral.
Otra consecuencia de la especialización es la interdependencia económica: si una persona elaborara todos los bienes y servicios que necesita, sería económicamente independiente; pero al especializarse, depende de los demás. Lo mismo ocurre en el interior de las empresas, ya que el producto final depende de la actuación de todo el conjunto de trabajadores, cada uno de los cuales realiza una tarea u operación concreta. Y, por supuesto, esta interdependencia también se da entre las diferentes empresas de la cadena de valor de un bien, o entre los distintos sectores económicos. Surge de esta forma la necesidad de coordinación entre personas y empresas para que el sistema económico funcione correctamente.

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